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Espacios de Interacción

Los espacios interactivos constan de tres dimensiones (Emergente, Adaptativa y Autopoiésis), cada una de ellas ocupando un punto en el espacio, ya sea físico o virtual, a continuación encontrarás las explicaciones para cada una de ellas. Esta fuente fue tomada de un grupo de Investigación en espacios interactivos e Insitu ha reformado sus gráficas para ser más fácil la compresión de las dimensiones.

¿Qué son los E.I?


Utilizamos los mapas para todo. No sólo los de papel que nos ayudan a movernos de un sitio a otro, sino también los mentales que nos ayudan a organizar y comprender lo que nos rodea.


El modelo de Espacios de Interacción (E.I) es justamente eso: un mapa, es decir, una representación creada de manera arbitraria, idealizada y abstracta de la realidad, y este modelo en particular lo es, porque recoge de distintas fuentes coherentemente estructuradas en un todo, explicaciones aplicables a una propuesta de comunicación, con el objetivo de desentrañar una estructura de conocimiento complejo, como son las características de la comunicación en los procesos de transmisión del conocimiento en entornos tecnológicos. El modelo teórico que se desarrollará a continuación busca establecer un marco de referencia lo suficientemente coherente como para hacer las preguntas necesarias para interpretar cómo se genera la innovación en los espacios de interacción, evitando los extravíos conceptuales, relacionando varias disciplinas y captando desde un enfoque claramente definido problemas complejos.

Debemos tener en consideración que trabajar sobre un modelo, o un mapa posee también algunas limitaciones, como por ejemplo “la excesiva simplicidad o la clausura temprana. El peligro de este modelo es que limite la toma de conciencia de posibles conceptualizaciones no examinadas, ya que es fácil confundir los modelos con la realidad”.


¿Por dónde empezamos?


Los Espacios de Interacción (E.I) están determinados por la capacidad que tienen los individuos de participar en la generación de información en redes distribuídas con otros usuarios modelando dichos espacios y las interacciones de manera amplia y flexible.


El entorno tecnológico actual permite registrar de manera eficiente las acciones que los usuarios realizan con el objetivo de conocer su desarrollo a lo largo del tiempo y clasificar estas acciones según los distintos roles y niveles de participación que cada uno asume.


Debemos dejar claro que además cada uno de los entornos en los que nos desenvolvemos son espacios abiertos donde la información fluye haciendo muy difícil establecer fronteras que delimiten la participación a contextos específicos. En las redes sociales por ejemplo ¿cuál es la frontera real de los espacios de aprendizaje?, ¿dónde y cómo se produce el “aprendizaje invisible”? o ¿dónde está el límite de la entretención y participación social o política? Esta flexibilidad para la participación en red es fuente de permanente innovación y está marcando la dinámica de la comunicación y del desarrollo productivo.


En palabras de Maturana, (1995) ”toda interacción implica un encuentro estructural entre los que interactúan, y todo encuentro estructural resulta en el desencadenamiento de un cambio estructural entre los participantes del encuentro. El resultado de esto es que, cada vez que hay encuentros recurrentes, hay cambios estructurales que siguen un curso contingente al curso de éstos. Esto nos pasa en el vivir cotidiano, de tal modo que, aunque como seres vivos estamos en continuo cambio estructural espontáneo y reactivo, el curso que sigue nuestro cambio estructural espontáneo y reactivo se hace contigente a la historia de nuestras interacciones”. En esta relación continua y recurrente de sistemas mediados por la tecnología podemos encontrar dos “agentes” en permanente interacción:


a. El entorno y su naturaleza íntima.

b. Los usuarios.


Esta relación entre entorno y usuarios permite hablar de un E.I con una ecología propia. ¿Son posibles los entornos sin usuarios?, ¿se comportan los usuarios de la misma manera en entornos distintos?, ¿son capaces los usuarios de modificar el entorno?, ¿son entonces los usuarios partes del entorno?, ¿cuál es es el límite de un entorno? Estas preguntas nos llevan a determinar que la disociación entre el entornos y los usuarios es imposible y que la interrelación entre ambos, como señala Maturana, es un proceso continuo y en permanente transformación. «Un entorno no percibido no existe desde el momento en que el entorno es conocido, aunque no se esté dentro de él, ya existe una relación. La naturaleza del entorno, es decir, las posibilidades que el mismo entorno es capaz de generar y la relaciones de los usuarios con éste y consigo mismos son las fuentes de las que parte este modelo.


Esta experiencia, como muchas otras que vivimos a diario, nos muestra de manera clara que en la relación entre entorno y usuarios existen distintos tipos de interacciones que se desarrollan de manera simultánea. Por un lado, el entorno posibilita ciertas acciones que no se dan en todos los medios o contextos. En este caso las pantallas, un espacio abierto y un partido de fútbol son un contexto con posibilidades propias. Es decir, los individuos participantes pueden desenvolverse según la naturaleza del medio o las posibilidades físicas que éste le permita o que por sí mismos mediante la interacción descubran.


Por otro lado, los usuarios “decidirán”, de manera consciente o no, cómo se relacionarán con el entorno, es decir, no siempre los individuos utilizan al máximo sus capacidades ni las posibilidades que se les ofrecen para desenvolverse dentro de los entornos en los que se “sumergen”. Probablemente se desenvuelvan de la manera en que se sientan más a gusto o seguros.


Finalmente, en esta relación entre los usuarios y el entorno, los individuos tienden a buscar en otros sujetos algunas claves o pautas que les permitan entender mejor el medio en el que están inmersos, con el objetivo de reducir los niveles de incertidumbre, conocer el entorno a “través/con” los otros y trabajar cooperativamente en la consecución de los objetivos de “supervivencia”. En este conjunto de interacciones podemos decir que los usuarios son parte del entorno.


Esta visión sistémica nos permite determinar que “cada una de las partes del sistema está relacionada con las otras, de tal modo que un cambio en una de ellas provoca un cambio en las demás y en el sistema total” (Oblitas. 2002). Es decir, que un sistema se comporta no como un compuesto de elementos independientes, sino como un todo inseparable y coherente.


Otra característica de los sistemas interaccionales es que son “sistemas orgánicos”, pues involucran seres vivos, y por ende, son sistemas abiertos que intercambian energías (información y/o materiales) con su medio. Esto significa que estos sistemas son contextuales, ya que tienen tratos cruciales con su medio. “Un organismo vivo o un cuerpo social no constituye un conglomerado de partes elementales o de procesos elementales; es una jerarquía intergrada de subtotalidades, y así sucesivamente” (Koestler, 1964:287)


Por otro lado como sistema vivo en el que suceden interacciones de distintas características y en distintas direcciones debemos tener presente siempre el factor temporal.


“Las secuencias de comunicación no son unidades autónomas en una distribución de frecuencia, sino el material inseparabble de cuyo orden e interrelaciones se dan a lo largo del tiempo. Un lapso está siempre implícito en un sistema. Por su misma naturaleza, un sistema consiste en una interacción, y ello significa que debe tener un proceso secuencial de acción y reacción para que podamos describir cualquier estado del sistema o cualquier cambio de estado (Waztlawick, 1997:117).


A manera de resumen podemos decir que los Espacios de Interacción:


a. Son sistemas orgánicos. Sistemas vivos que cambian de manera permanente. b. Son sistemas que perduran en el tiempo. Sólo se entienden como la suma de procesos secuenciales.

c. Son sistemas sensibles y flexibles. Es decir, son vulnerables a los estímulos internos y externos. d. Están determinados por la suma de intercambios entre entornos y sujetos.



E.I = 3D + 1


Componentes del Espacio de Interacción (EI)




Los espacios de Interacción, como ya hemos señalado, se producen mediante el intercambio de información permanente entre el entorno y los usuarios. Este entorno, para nuestra investigación, está tecnológicamente mediatizado. Es decir, no pretendemos trabajar sobre ideas que describen la naturaleza de los entornos de interacción física, sino que nos centraremos en las relaciones que se establecen en entornos on line. Aunque por supuesto muchas de las ideas y categorías que se utilizan en este trabajo son perfectamente aplicables en ambos contextos.


Mientras los seres se mueven e interactúan con el mundo según las posibilidades que el medio les permite (niveles de emergencia o de posibilidad), van adaptándose a él (adaptatividad) y a su vez modificando su estructura interna (autopoiésis) en un proceso de permanente evolución. Son estas tres ideas conceptuales las que definen las dimensiones de nuestro modelo y que explican la interacción desde tres perspectivas muy concretas:


a. las relaciones entre el espacio y los usuarios: espacios de emergentes. b. las relaciones entre los usuarios y el espacio: espacios de adaptatividad. c. las relaciones entre los usuarios consigo mismos o entre sí: espacio de autopoiésis.


Primera dimensión.

Relación entre el espacio y los usuarios: espacios de emergentes.



Los espacios emergentes son también conocidos como “espacios de posibilidad”. Estos espacios se caracterizan por analizar las posibles respuestas de un sistema que son las resultantes de las interacciones que se producen dentro o fuera de él. Es decir, a diferencia de los sistemas lineales, cuyas respuestas son predecibles, los sistemas no lineales permiten una serie de posibilidades “por venir”. Son en ciertos casos y hasta cierto punto “impredecibles”, pero no azarosas.


Como señala Battram (2001:33) “los intercambios que se producen entre los componentes de un sistema adaptativo complejo pueden provocar cambios importantes en la naturaleza de los mismos componentes, y tener importantes consecuencias en la totalidad del sistema. Estas interacciones no son lineales; cada componente o agente puede emitir una gama extensa de posibles respuestas, según sus circunstancias, de manera que la respuesta tiene un cierto carácter impredecible”.


Es decir, en determinados entornos de interacción, las respuestas de los individuos, estarán determinadas, entre otras cosas, por las posibilidades que el entorno les permita desarrollar y que son limitadas. Mesas, sillas, pizarra, arquitectura posibilita determinadas acciones en un aula e imposibilita otras. Foros, chats, wikis, en entorno 2.0 hacen lo mismo respecto de los usuarios.


Segunda dimensión.

Relación entre el usuario y los espacios: espacios de emergentes.




Las interacciones que se producen en un sistema buscan adaptarse a las posibilidades que proporciona el espacio.

“Parece que un sistema adaptativo complejo es “adaptativamente inteligente”, siempre viendo e imaginando modelos, probando ideas, actuando sobre ellas, descartándolas otra vez, siempre evolucionando y aprendiendo”. (Battram. 2001:33). Esta capacidad de adaptación incluso hace que las posibilidades del espacio aumenten quedando de manifiesto que en muchas ocasiones las interacciones que se producen en el sistema logran modificar (ampliando o reduciendo) las posibilidades que le proporciona el entorno. Los sistemas adaptativos complejos revisan y re ordenan constantemente sus componentes como respuesta a los estímulos que reciben del entorno.


Por tanto, los sistemas adaptativos son una fuente permanente de innovación. En pocas palabras: si un sistema adaptativo complejo llega a alcanzar el equilibrio no sólo es estable, sino que es un cadáver.


Tercera dimensión.

Relación usuario – usuario. Coherencia operacional.




Las interacciones entre los usuarios son igualmente relevantes para dar sentido a los espacios y generar la transformación y dinamización de éstos. Para ello el lenguaje y los procesos de comunicación son relevantes pues, permiten coordinar acciones que posibilitan la transformación del entorno.


Oblitas (2005:36) sostiene que el espacio interaccional se constituye también, cuando el lenguaje se incorpora al vivir, como el modo de vivir en un fluir de coordinaciones conductuales que surgen de la convivencia como resultado de ella, es decir, cuando las coordinaciones conductuales son consensuales.


El Tiempo

Paralelo a todas las dimensiones.



También hemos señalado que las interacciones que se producen en un espacio son dinámicas y se modifican en el tiempo, transformando los sistemas de manera permanente. Esto hace que el espacio de interacción se comporte como un organismo vivo que se transforma en el tiempo.


Uno de los objetivos de este trabajo es intentar representar esta información de manera clara, es decir, tres dimensiones que reflejan aspectos de una misma realidad, pero que a su vez se modifican con el paso del tiempo.




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